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Ficha

Nombre civil: Francisco
Fecha de nacimiento: 30/08/1883
Lugar de nacimiento: Valls (Tarragona, España)
Sexo: Varón
Fecha de martirio: 20/08/1936
Lugar del asesinato: Cementerio de Lérida (Lérida, España)
Orden: De la Bienaventurada Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos (Mercedarios)
Datos biográficos resumidos: Nació en Valls, Tarragona, el 30 de agosto de 1883. Fue ordenado Presbítero diocesano en 1911. Ejerció su ministerio en distintas parroquias de la diócesis de Barcelona. En el año 1923, a sus 40 años, ingresó en la Orden de la Merced, profesando los votos religiosos en el convento de San Ramón, en Lérida, en 1924. En la madrugada del 20 de agosto de 1936, fue asesinado en el cementerio de dicha ciudad, junto a otros 73 sacerdotes y religiosos, por su fidelidad a Cristo y a su Iglesia, en medio de la cruenta persecución religiosa desatada en España desde la II República y en la Guerra Civil. La fama de santidad de estos mártires se propagó por la Iglesia desde el tiempo de su sacrificio

Biografía extendida

La singularidad del padre Llagostera se perfila en la sencillez, la modestia, la humildad. Hizo de su vida consagrada una entrega real, a la sombra de la obediencia y a la luz de una piedad edificante, fructífera. Hombre recto y silencioso, pasó, de joven devoto de San Ramón Nonato y admirador del canto de su monasterio en Lérida, a convertirse en “un sacerdote ejemplar”, y “un religioso excelente”.
Hijo de Francisco y Francisca, nace el 30 de agosto de 1883 en Valls, Tarragona. Ambos municipios, en su natural vínculo funcional, polarizan la formación y el crecimiento en Vida del futuro mártir: a los tres días de nacer es bautizado en el primero, y confirmado a los 7 años en el segundo; cursa Humanidades en el Colegio de los Padres Escolapios del primero, y el resto de la carrera eclesiástica en el Seminario Pontificio del segundo. Al cabo, ya en la ciudad de Barcelona, es ordenado Presbítero el 15 de octubre de 1911, y desarrolla su ministerio sacerdotal, como vicario o capellán, en Maldá, Vilavert, Alforja, Valls, Torroja, Sarreal, Ulldemolins…
A los 40 años de edad ingresa en el convento mercedario de San Ramón de Portell, el llamado Escorial de la Segarra, en San Ramón, Lérida, el 10 de agosto de 1923, “vistiendo el hábito de manos del padre provincial Alberto Barro y ante los padres Ramón Martín y Pablo Planes”. Luego, tras un año de noviciado, “emitió sus votos consagrándose al Señor ante la Madre de la Merced y san Ramón, y poniendo por testigos a los padres comendador Ramón Martín, Felipe Magrazo y Pablo Planes”, el 15 de agosto de 1924.

El trazado subsiguiente, documentado, de su quehacer pastoral a través de ministerios sacerdotales que se le fueron encomendando lo sitúa en la Comunidad mercedaria de Lérida desde el 21 de noviembre de 1924; en la de San Ramón de nuevo, el 7 de mayo de 1926; en la de Barcelona el 17 de abril de 1929, “donde parece que ofrendó sus votos solemnes”; de nuevo en la de Lérida desde mayo de 1931 a agosto de 1932. El 15 de noviembre de 1932 “celebraba de nuevo en Portell”; El 31 de mayo de 1933 “llega a Palma de Mallorca, y allí estaba cuando la visita del Padre Provincial del 10 de julio”; predicó la fiesta de san Ramón y de santa Lucía, y el 26 de julio de 1933 salió hacia Barcelona y Tarragona, con ocasión de bautizar a un sobrino y ver a su madre, regresando de nuevo el 9 de agosto. Por último, en la fiesta de la Merced de 1935 fungió doblemente de ministro, se ausentó del 15 de octubre al 6 de noviembre de 1935, y, el 18 de mayo de 1936, pasó a la comunidad de Lérida.
Relato del martirio:
Entre los 74 inmolados en Lérida en la noche del 19 al 20 de agosto de 1936 se cuentan el Padre Tomás Campo Marín, el Padre Francisco Llagostera Bonet y Fray Serapio Sanz Iranzo.
Tras meses de huidas y regresos, insultos y amenazas, los tres pasaron, definitivamente en julio del 36, a la casa de un amigo, el señor Amorós, en la calle de San Antonio número 38, frente al convento.
El peligro era enorme, por lo que, al anochecer del 22 del mismo julio, decidieron entregarse en la cárcel, pensando que estarían allí más seguros que ante la convicción de ser linchados por las hordas:

Se llegó, pues, la señora Amorós a la comisaría y expuso la situación a Juan Ribelles, quien se ofreció a llevarlos personalmente a la Cárcel Provincial, entregándolos esa misma noche en ella al oficial de servicio.
Veintiocho días estuvieron en el departamento número 7.
Pronto se percataron de su error, pues las sacas de los encarcelados eran continuas. Francisco Grau, compañero de celda, afirma de estos tres mercedarios: “Eran tenidos por santos religiosos. Constaté su elevado espíritu y su alegría en aquella hora de amenazas, encorajinando a todos, orando y dirigiendo la plegaria de los encerrados en la misma celda, animando a todos, serenando nuestros ánimos y ayudando a bien morir. No sólo asumieron su muerte, sino que esperaron el martirio con gozo”.
El padre Francisco, “aunque de carácter algo cerrado -dice Ramón Muntañola-, se esforzaba por ayudar a todos, siendo un gran consejero, muy afable, sobresaliendo por su gran humildad, tratando con mucho respeto al superior, y, sobe todo, siempre dispuesto a confesar, y muchos lo solicitaban”.
El holocausto comenzó a las 11:30 de la noche. Ruido de cadenas y cerrojos; los milicianos entran en las celdas, encañonan a los presos, leen nombres, sacan a los nominados al pasillo, los atan de dos en dos por los sobacos, y, sobre la 1 de la madrugada, los juntan en grupos de cinco parejas y los hacen subir al camión. Los mercedarios se despidieron de los compañeros de calabozo, abrazándolos y musitándoles: “Adiós, hermanos, hasta la eternidad”.

Sacaron a un total de 74 sacerdotes y religiosos. No había habido cargos, ni juicio, ni sentencia. Los hacinaron en camiones, maltratados, vilipendiados, blasfemados. A las 1:15, los camiones, conducidos por guardias de asalto, habían rebasado el cementerio, llegando al cruce de las carreteras de Tarragona y Barcelona: parece como si los conductores, horrorizados, hubieran querido seguir hacia Barcelona para evitar la masacre, pero en aquel momento les cayeron encima unos doscientos milicianos que estaba apostados y obligaron a los camioneros a retroceder hasta el cementerio.
En los camiones, los 74 mártires, todos muy serenos y conscientes, cantaban al unísono el Ave maris stella, el Magníficat… Vitoreaban a Cristo Rey… Invocaban a María…
Los tiraron desde los camiones a culatazos y empujones. Atados de dos en dos, en grupos de catorce eran puestos ante el muro interior del cementerio, frente al pelotón de asesinos, y vilmente asesinados, de noche, a la luz de los faros de un camión. Cada vez que se oía la orden de “¡apunten!”, los mártires gritaban, unánimes las gargantas y los corazones: “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Madre mía!”
Pasó un miliciano dando el tiro de gracia, pero ni se molestaron en enterrarlos. Fue al día siguiente cuando los empleados del cementerio los evacuaron a una fosa común.

El Padre Llagostera, sacerdote religioso modesto y culto, escritor y poeta (había traducido al catalán la obra del padre Manuel Sancho “El mestre de capella. Sarsuela de un acte”, y dejó también el calado de su pluma en la revista mercedaria “San Ramón y su santuario”) perdura en su mismo carácter reservado. Como confiesa el biógrafo que ha servido de fuente principal a esta reseña, he aquí un signo elocuente de su impronta de moderación, de humildad virtuosa: “¡Siempre le hallo último en las listas comunitarias…!”.
Lugar donde reposan sus restos: Fosa común en el cementerio de Lérida.
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, en Tarragona.
Fecha de canonización: Aún no está canonizado.
Fiesta canónica: 20 de agosto, fiesta litúrgica de los “Beatos Mariano Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen de las Mercedes, asesinados por odio a la fe. († 1936-37)”
Fuente principal: “19 Palmas. Mártires de la Merced de Aragón”, de Fray Joaquín Millán Rubio OM, año 2010, en Colección Familia Mercedaria, nº 33 ( abrir pulsando aquí ).
Fuentes complementarias:
Diócesis de Lérida: abrir pulsando aquí
Catholic.net: abrir pulsando aquí
CCS: Decreto sobre el martirio de los Siervos de Dios Mariano Alcalá Pérez y XVIII compañeros de la Orden de la B. V. M. de la Merced de la Redención de Cautivos (1936-1937)