El mismo día de su nacimiento fue bautizado por temor a que muriera antes de renacer por el agua y el Espíritu. Siendo muy niño quedó huérfano de padre y madre, privado del afecto, cariño y seguridad que requieren los pequeños. Sin embargo, la pena de haber perdido a sus padres en edad temprana no dejó huella dolorosa en su persona y menos en su comportamiento.
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