Alto, escuálido, serio, inclinado siempre sobre el texto de Filosofía, era la encarnación de la Metafísica que enseñaba con singular competencia. Sus excelentes dotes intelectuales y una afición destacada al estudio le habían dado una madurez de ingenio tal que podía considerársele como autoridad en las cuestiones filosóficas más intríncadas. Desde 1932 regentaba en la Universidad Pontificia de Tarragona la cátera de cuestiones difíciles o Tesis de Doctorado.
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