Los mártires aman la vida más que nadie; no están dispuestos a malgastarla ni a perderla. No temen el sufrimiento ni la muerte, porque reconocen y quieren la verdad de la vida.
Ellos no se quitan la vida…la entregan libremente…confían en otra voluntad infinitamente más poderosa y se entregan a ella…
Morir con Cristo no es rendirse al poder del destino o la nada, sino vencer con Él sobre la desesperación y la muerte.
La muerte de los mártires es el prototipo de la muerte del cristiano…El cristiano ama esta vida; por eso la ofrece con amor sacrificado a Dios y a los hermanos; por eso no la pierde, la gana.
En el siglo XX han tenido la gracia del martirio más cristianos que nunca. Porque es el tiempo que se ha desbocado la cultura de la muerte…las ideologías totalitarias y ateas. Pero la esperanza sigue viva para todos los mártires.
Ellos son los máximos testigos de que la última palabra no es de la muerte, sino de PER-DÓN:
Del nuevo don de Vida propiciado por la Cruz; el que llevan en su sangre y en sus labios.
(Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid. Nº 2 La Antorcha; abril 2023)