Casimiro González García

Ingresa en la Congregación de los Hermanos Maristas, y desde el comienzo manifiesta una gran disponibilidad: “Aquí estoy, haced de mí lo que queráis; sólo quiero obedecer”.
2/2/1915 – Coge el hábito. Ese día escribe: “Madre mía, ampárame bajo tu manto. Dios quiera que este día nunca se me borre de la memoria y que al final coronemos nuestra vida con la muerte característica de un Hermano marista, cantando: “Ave Maris Stella”. Ya te llegó el día, Hermano, de unirte a Dios y de ofrecerle para siempre, sin reserva, tú corazón.”
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