De porte apuesto y abundantes dotes humanas, que le hacían un imán dentro de la comunidad, se destacó Anselmo por su amor y dedicación a los trabajos, sobre todo manuales, que amaba realizar, desde acarrear piedra para las construcciones, como por ejemplo, la actual escalera que sube al Santuario, hasta afeitar a un monje enfermo de tuberculosis y encargarse de todo su aseo.
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